El memorial levantado hace poco tiempo a los miles de personas que fueron fusilados en el cementerio de Torrero es absolutamente emocionante. Esa espiral formada por miles de placas con los nombres de cada uno de ellos (en algunos, no identificados, pone solamente hombre o mujer), la edad a la que murieron y la fecha de su muerte es, simplemente, estremecedora. Cuando uno llega al centro está rodeado por un océano de muertos (que no están enterrados allí, en cualquier caso), pero de pronto... entras en ese cubo rojo y se abre una puerta a la esperanza, con esas ventanas abiertas al cielo y esos pequeños pajarillos de bronce medio escondidos. Y todo cambia. Entonces es cuando te das cuenta de lo emocionante que resulta que los familiares tengan por fin un lugar al que venir a recordar a los suyos, porque el recuerdo siempre necesita algo físico a lo que engancharse. Un lugar en el que dejar fotos, cartas, flores, banderas anarquistas o republicanas que a veces están hechas con cintas de la Virgen del Pilar, que para algo estamos en una ciudad tan peculiar como Zaragoza.... En fin, un lugar extraordinario.
Para acabar el día de Todos los Santos y empezar el de los fieles difuntos os pongo una de las imágenes más impactantes que conozco del momento de la muerte, la tapa de una tumba griega del siglo V a.C. que se encontró en #Paestum, al sur de Nápoles. En ella un hombre desnudo (que es como nos enfrentamos a la Muerte) se lanza al agua, al inmenso y desconocido océano de la eternidad. Siempre me ha impactado esta imagen, tanto por la decisión con la que se tira (¿acaso tiene otra opción?) como por el hecho de representar la puerta al Más Allá como una lámina de agua, es decir, un espejo. Al fin y al cabo, no tenemos ni idea de lo que nos espera al otro lado, si es que hay algo, y la imagen que nos hacemos de lo que hay Más Allá de la muerte, ¿no refleja lo que conocemos del Más Acá, como un espejo? ¿No querríamos que fuera una prolongación de esta vida en la que nos reencontrásemos con todas esas personas (y animales, por supuesto, si el Bowie no me está esperando al saltar todo lo demás me da igual) a las que queremos con locura y que partieron antes que nosotros? Yo, desde luego sí. No necesito ángeles tocando el arpa, ni coros celestiales ni huríes del Profeta. Con tener la más mínima sospecha de que estén esperándome mi perrico, mi padre, mis abuelos y mis tíos tengo mucho más que suficiente como para que merezca la pena saltar al agua sin miedo y con la misma decisión que este #tuffatore, que es como se le conoce en italiano.
TAL DÍA COMO HOY... En 1921 murió Francisco #Pradilla (el pintor aragonés más importante del siglo XIX después de Goya, director del Museo del Prado entre otras cosas), nacido en 1848 en Villanueva de Gállego. En Zaragoza entró como aprendiz con un pintor e inició estudios en la Escuela de Bellas Artes, trasladándose pronto a Madrid y luego a Roma, donde estaría pensionado en la Academia Española (de la que con el tiempo sería director). Pronto empezó a conseguir premios en exposiciones nacionales e internacionales (París, Viena, Berlín) con obras tan conocidas como "Juana la loca" o "La rendición de Granada". Sin embargo, hoy vamos a hablar de una que nos toca especialmente de cerca, pues se conserva en el Ayuntamiento de Zaragoza. Representa a Alfonso I el Batallador antes de la conquista de la ciudad, mirándola desde los altos del Castellar, y fue pintado para el salón de plenos en 1879 (hoy está en la escalera).