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Semana Santa insólita – Híjar, la familia y la tradición

A lo largo de todo este mes he ido escribiendo aquí sobre formas insólitas y peculiares de celebrar la Semana Santa por diferentes lugares de España. Sin embargo, lo que sé es porque el tema me interesa mucho y he dedicado toda mi vida a leer y a informarme, pero no porque lo haya vivido. ¿Por qué no? Pues por una razón muy simple: la única pega que tiene la Semana Santa es que se celebra en todas partes a la vez, y esas fechas las tengo comprometidas hasta que me muera. Puede que suene muy radical, pero es que yo soy así. Lo malo es que tengo el corazón partío, y eso da muchas alegrías pero también hace sufrir: si queréis buscarme un Domingo de Ramos estaré por Sevilla, sí o sí. Y si es Jueves Santo, en Híjar.  No hay más. Todos los Jueves Santos por la mañana, cuando voy a coger el AVE en Sevilla para venirme para aquí, pienso lo mismo: “¿Por qué no me quedo este año?“. Y todos los Jueves Santos por la noche, cuando estoy en esa plaza que se ve en la fotografía, pienso: “Menos mal que no me he quedado“. Porque lo que siento ahí en ese preciso momento, un poco antes de que den las doce y empiece todo… eso no lo siento en ningún otro lugar. ¿Qué es? No lo sé explicar, pero es lo más parecido a la felicidad que conozco.

Mi abuelo

¿Veis a este señor? Es mi abuelo Antonio, y el que está detrás de él, a la izquierda de la foto, mi tío José. Con ellos descubrí qué es esto de la Semana Santa. Hace 40 años, por estas fechas, mi abuela cosía una pequeña túnica negra, y mi abuelo compró un tambor para su primer nieto. No era nada excepcional, la verdad. Era lo mismo que habían hecho y seguirían haciendo sus amigos, sus vecinos… Cuando empecé a andar mi abuelo me empezó a llevar con él, pero como él tocaba el tambor quien iba conmigo en las procesiones era mi tío, que tocaba el bombo (en las procesiones de Híjar hay dos filas de tambores a los lados y en el centro una de bombos). Como debía de ser un poco grande para mí parece que me vencía hacia delante y acababa por salir corriendo para no caerme, así que mi tío optó por colgar una cuerda del suyo y atármela a la cintura. No tengo ninguna foto de aquello, pero me encantaría.

Este soy yo

Mi abuela, mientras, me intentaba explicar qué era todo aquello que veía y que me impresionaba tanto, y me enseñaba el ritmo de algunos toques con versos fáciles de recordar que ella había aprendido hacía muchísimos años y que a veces eran hasta un poco picantes, como aquellos que decían que “Una vieja, vieja, vieja / más vieja que el sarampión / tenía las uñas negras / de rascarse el pimentón“. Y sobre todo otros, que son la melodía que más recuerdo de mi infancia: “Que suban, que suban / que suban las imagenes…“.

Entre mi padre y mi abuelo

Supongo que podría haber ocurrido que aquello no me gustara nada (casos hay), pero pasó justo lo contrario. Desde que tengo recuerdos me veo esperando la Semana Santa. Si tenía miedo por la noche en la cama y mi madre me decía que pensara en cosas alegres, pensaba en Semana Santa. Si mis padres me llevaban al Prado (un lugar en el que desde pequeño me he sentido en casa) y veía “El triunfo de la Muerte” de Brueghel, mi cuadro favorito, siempre pensaba: “si me voy a morir, por lo menos que sea después de Semana Santa“. Hoy tengo un calendario en el ordenador que cada día me dice cuántos faltan, y sigo pensando que si existe el cielo tiene que ser un lugar en el que todos los días sea Domingo de Ramos. ¿Un marciano? Pues sí, un poco, pero no el único, ni mucho menos.

Hasta hace unos años en Híjar no podían tocar las mujeres. Seguramente era un anacronismo, pero casi todo en las tradiciones lo es. Y si os soy sincero, tengo que decir que yo en aquel momento prefería que las cosas siguieran como estaban. ¿Sabéis por qué? Pues por miedo, simplemente. Puede que sea una postura conservadora, pero cuando algo funciona y es maravilloso es lógico pensar que tocarlo es un riesgo, ¿no?. Pero, por otro lado, no podía soportar la idea de que mis hermanas no pudieran hacer algo que les gustaba tanto como a mí y tuvieran que participar ocupando los pocos papeles que se dejaban a las mujeres, como “salir de Marías” (un puesto, por otra parte, muy disputado).

Con mis hermanas

Finalmente la fruta cae cuando está madura, y lo que tanto miedo daba fue una transición fácil y sin grandes problemas. Mi hermana pequeña y muchísimas otras mujeres, se incorporaron sin problemas ni complejos a algo que les pertenecía de siempre. Hoy es algo completamente asumido, y tanto mis sobrinas como mis sobrinos tendrán el tambor entre sus primeros recuerdos, como yo.

En el centro de la foto, mi hermana pequeña

¿Por qué me gusta tanto? ¿Porque es divertido? Pues sí, es divertido, pero es mucho más. Es intenso, es emocionante, hay momentos en los que realmente tocas el cielo con los dedos… pero es más que eso. Es algo muy extraño, como sentirte un eslabón de una cadena que viene de muy lejos y que seguirá ahí, pase lo que pase. Creo que nadie lo ha dicho mejor que Georges Moustaki en una canción titulada “Grand pére” que le dedicó a su abuelo, y que decía “C’est pour toi que je joue / grand pére, c’est pour toi / tous les autres m’écoutent / mais toi, tu m’entends“. O sea, yo toco para ti, abuelo, porque todos los demás me escuchan pero tú me entiendes. Y poco después dice “Tu étais déjà vieux quand je venais de naître / arrivé just’à temps pour prendre le relais“. Ya eras viejo cuando yo acababa de nacer, pero llegué justo a tiempo para coger el testigo. Y esa es para mí la clave: coger el testigo, transmitirlo, que la cadena no se rompa.

Familia

De mi abuelo a mis sobrinos. El bombo que lleva mi sobrino es el que llevaba yo de pequeño. La túnica que llevo yo es una de las que mi bisabuela le puso a mi abuelo en el ajuar cuando se casó, en los años 40, y la que lleva Juan era una que llevaba yo antes. Mis abuelos ya no están para ver cómo sus cuatro bisnietos continúan con la tradición que ellos nos transmitieron, pero seguro que están muy cerca, y en Semana Santa más.

Y por cierto, si queréis saber mucho más sobre esa increíble tradición que es la Semana Santa, hemos preparado estas tres excursiones:

  • ¡¡¡NOS VAMOS DE EXCURSIÓN!!! – JUEVES SANTO EN HÍJAR. Si queréis más información o reservar entrad aquí o llamadnos al 976207363
  • ¡¡¡NOS VAMOS DE EXCURSIÓN!!! – VIERNES SANTO EN CALANDA, ALCORISA E HÍJAR. Si queréis más información o reservar entrad aquí o llamadnos al 976207363.
  • ¡¡¡NOS VAMOS DE EXCURSIÓN!!! – SÁBADO SANTO EN ALCAÑIZ. Si queréis más información o reservar entrad aquí o llamadnos al 976207363

Y si queréis saber más, aquí os dejo otros capítulos de nuestro blog:

Salamanca, el “padre putas” y el Lunes de Aguas

El entierro de Genarín en León

El besapié de Jesús de Medinaceli en Madrid

Los “picaos” de San Vicente de la Sonsierra

Sevilla y el viacrucis de la Cruz del Campo

Un Cristo heroico en Zaragoza

Domingo de Ramos en Elche

La luna y la Semana Santa

El juego de las caras en Calzada de Calatrava

Romper la Hora en Híjar

5 respuestas a “Semana Santa insólita – Híjar, la familia y la tradición”

  1. MARIA JESUS RODRIGO GIL dice:

    Que preciosidad de reportaje, me ha emocionado. Mis antepasados son de Andorra, Urrea y Albalate, también ruta del tambor y el bombo. De pequeña viví la Semana Santa vestida de Hebrea ( llevaba el cántaro con el que Jesús aplaco su sed), ya de mayor me vestí de María y llevaba la escalera en una bandeja. El Viernes Santo, como mi hermano había roto la hora con el tambor y no estaba para procesiones, me lo dejaba a mi y salia a tocar ( que suban, que bajen, que suban las imagénes, si, con acento en la primera e para que rime). Que feliz he sido en esas Semanas Santas…Este año después de mucho tiempo voy a ir con unos amigos a Andorra y romperemos la hora en la plaza del Regallo. No puedo esperar.

  2. Carlos dice:

    He disfrutado de tu relato con emoción. Mi madre, de Hijar, ha fallecido recientemente, y escuchando el toque “que suban las imágenes” en mi Zaragoza en viernes santo, no he podido por menos que sentir mis raíces y recordar a mi madre. Tu relato y tus fotografías me han emocionado.

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  • El Museo #Thyssen de #Málaga tiene una sorprendente colección de pintura española de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, con joyas de Julio Romero de Torres, Fortuny, Sorolla, Zuloaga... Sin embargo, mis preferidos son estos dos cuadros pintados para el palacio de los duques de #Montpensier, en #Sevilla.
    #ZARAGOZA ANTIGUA - ¿Qué os parece esta postal hecha para celebrar el centenario de los Sitios? Está claro que la iluminación que tuvo el Pilar durante aquellos meses de la Exposición Hispano-francesa les impactó, ¿verdad?
    ¡¡¡Buenos días desde #Zaragoza!!!
    Ayer os preguntaba DÓNDE ESTÁN ESTAS FANTÁSTICAS PINTURAS. pUES BIEN, Es la iglesia de los santos Julián y Bailisa de Bagüés, y sus pinturas románicas se conservan en el Museo Diocesano de Jaca. Junto con las del Panteón Real de San Isidoro de León son el conjunto más amplio y mejor conservado del Románico español, y entrar dentro es una experiencia irrepetible.
    #ZARAGOZA ANTIGUA - ¿Veis algo raro en esta foto? Pues bien, es un castillo que construyó Ricardo Magdalena para las fiestas del Pilar de 1904 por encargo del Ayuntamiento, para hacer un simulacro de incendio que los bomberos tenían que apagar ante el público. Sin embargo, la oposición de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País y de la opinión pública, que pensaba que aquello podía ser peligroso (los cables del tendido eléctrico estaban muy cerca, p.ej.) y molesto, consiguieron evitar la quema. Como ya estaba a medio construir el Ayuntamiento decidió acabarlo y utilizarlo como escenario de los fuegos artificiales de aquellas fiestas, y unos días después, el 23 de octubre, fue testigo de excepción de la inauguración del monumento a los mártires de la Religión y la Patria, que es lo que se ve en la foto. Como vemos, ya por entonces el Ayuntamiento tenía ideas "de bombero", valga la redundancia en este caso.
    TAL DÍA COMO HOY... En 1549 San Francisco Javier llegó a Japón. Había partido hacia Oriente unos años antes por encargo del rey de Portugal, iniciándose así la gran aventura de uno de los personajes más extraordinarios del siglo XVI. Cuando nació parecía destinado a una vida completamente distinta, pues su padre era señor de Xabier y presidente del consejo de los reyes de Navarra, pero le tocó vivir tiempos duros. Fernando el Católico inició la conquista del reino y sus hermanos se enfrentaron a él, lo que supuso la ruina de la familia. Muerto el padre decidieron enviar al joven Francisco a París a estudiar, pensando que así podría hacer una buena carrera en la administración, pero allí conoció a Ignacio de Loyola y con otros compañeros acabó fundando la Compañía de Jesús. Poco después comienza la etapa más importante de su vida, pues el embajador portugués en Roma pidió a los jesuitas algunos hombres para enviarlos a las Indias Orientales. Para ese viaje Francisco fue nombrado por el Papa "legado suyo en las tierras del Mar Rojo, del Golfo Pérsico y de Oceanía, a uno y otro lado del Ganges". Comienza entonces una extraordinaria aventura que le llevará incluso a Japón y a las puertas de China, donde morirá. Para entonces sus cartas ya eran conocidas en toda Europa y empezaba a ser llamado "Apóstol de las Indias", o también "El sol de Oriente". Hoy se le considera el patrono de todas las misiones, y al margen de las creencias de cada uno es un personaje absolutamente fascinante, completamente entregado a una misión a la que se dio con una pasión que le llevó a enfrentarse a cualquier obstáculo con una enorme generosidad.
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