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Historias de amor en febrero – París en 10 besos (IV)

Hay muchos tipos de besos de amor. Están los que te hacen flotar y olvidarte de que el mundo sigue girando alrededor. Están los apasionados, cargados de erotismo, esos en los que querrías fundirte con la otra persona y que tienen mucho de canibalismo, de quererse devorar el uno al otro. Están los que se dan en el andén de una estación (bueno, eso era antes, cuando se podía) al despedirse, que se querría que fueran eternos, y los que se dan al reencontrarse… Pues bien, sólo conozco una imagen que los contenga todos a la vez, y es esta.

Un beso eterno

En 1904 llegó a París un joven escultor rumano: Constantin Brancusi. A lo mejor no os suena, pero es uno de mis artistas preferidos. Cuando quería representar algo no paraba de darle vueltas y vueltas, de experimentar con materiales haciendo distintas versiones… hasta que lograba justo lo que buscaba, llegar a la esencia de las cosas, eliminar todo lo superfluo y quedarse con lo demás. Vamos a fijarnos en esta escultura. Son dos personas abrazándose mientras se besan. ¿Las veis? La que está a la derecha es la mujer. El pelo le cae por la espalda hasta el suelo (¿veis las líneas talladas en la piedra?) y tiene algo de tripilla, que hace que tenga unas formas algo más curvas. El otro es el hombre, con el pelo corto. Será un tópico, pero nos sirve perfectamente para identificarlos, ¿no?

Como si fuera esta noche la última vez

Fijaos ahora en los ojos. ¿Habíais visto alguna vez una imagen más potente de ese momento en el que dos personas se miran a los ojos como si se quisieran ver hasta el fondo del alma, o tirarse a esa piscina para bucear dentro del otro? Esos dos ojos, uno clavado en el otro para siempre… uffffffffff. Son tremendos, igual que esos labios. Cuando de vez en cuando aparece la noticia de que una pareja ha batido nuevamente el récord del mundo con un beso que dura 30, 40, 50 horas o más… me da la risa. Eso no es un beso, es otra cosa. La duración de un beso no tiene nada que ver con el reloj ni con el calendario, porque la eternidad cabe en un segundo. Y no sé si estaréis de acuerdo conmigo, pero creo que Brancusi capta ese segundo como nadie lo había hecho.

Lía con tus brazos / un nudo de dos lazos / que me ate a tu pecho / amor

Mirad esta otra versión (en la que se ve la espalda del hombre, con el pelo corto). ¿Cómo consigue Brancusi que tengamos la sensacion de que de verdad se han fundido el uno con el otro? Vistos de perfil el pelo de uno parece una prolongación del del otro, el ojo de uno mira fijamente al del otro, los labios están sellados… y además los dos parecen uno, porque nada sobresale del bloque de piedra. Por eso los brazos son tan planos, prácticamente sin relieve. Casi parece que poco a poco vayan a ir desapareciendo los pocos rasgos que hay tallados y la pareja vaya a acabar convirtiéndose en un solo bloque completamente liso. A lo mejor eso hubiera sido el beso perfecto. A lo mejor a Brancusi no se le ocurrió. O sí, y pensó que nadie lo hubiera entendido. ¿Quién sabe?

Una versión anterior

Mirad ahora esta versión y comparad los brazos con los de las anteriores. ¿A que aquí el efecto no se consigue tanto? También es impactante, porque probablemente esos brazos tan largos y desproporcionados hacen que nos fijemos sobre todo en el abrazo, pero no sé por qué esta última me recuerda un poco a cuando te abrazan y te besan tu abuela o tus tías, y parece que nunca te vayas a poder soltar. En cualquiera de las otras hay un equilibrio entre todas las partes de la escultura que aquí se rompe con esos brazos tan llamativos (bueno, en la anterior pasaba lo mismo con los ojos, ¿no?).

Un beso para la eternidad

Os dejo ya la última versión de este beso, que fue la primera. En 1907 los padres de Tania Rachevskaia, una anarquista rusa que se suicidó por amor, encargaron a Brancusi una estela para su tumba, en el cementerio de Montparnasse. Brancusi hizo una de las esculturas funerarias más emocionantes y más apropiadas que he visto nunca, aunque a los padres de ella parece que no les acabó de convencer. Para gustos están los colores, por supuesto, pero… a mí me parece absolutamente maravillosa, y siempre me recuerda a los versos de Quevedo refiriéndose a lo que queda de nosotros después de la muerte: “Cenizas son, más tendrán sentido. / Polvo serán, más polvo enamorado“.

Si queréis saber mucho más no os podéis perder nuestras cenas de este mes, sobre AMORES Y DESAMORES EN PARÍS, los martes 16 y 23 a las 21’15 (si queréis más información o reservar llamadnos al 976207363 o entrad aquí). Y si queréis descubrir todo esto en directo con nosotros, no os podéis perder el VIAJE A PARÍS que hemos preparado del 17 al 24 de julio (entrad aquí y encontraréis toda la información, y para reservar llamadnos al 976207363 o escribid a educacion@gozarte.net).
Y si queréis leer más historias, aquí os dejo algunos enlaces de nuestro blog:

“París en 10 besos (II y III)”

“París en 10 besos (I)”

3 respuestas a “Historias de amor en febrero – París en 10 besos (IV)”

  1. pulsa aqui dice:

    Esto es ¡genial! No he leído algo como esto en mucho tiempo . Maravilloso hallar a alguien con algunas ideas nuevas sobre este tema. Este blog es algo que se necesita en Internet , alguien con un poco de originalidad. Un trabajo útil para traer algo nuevo a Internet. Gracias de todos lo que te leemos.

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  • TAL DÍA COMO HOY... En 1844 nació en Zaragoza el escritor Eusebio Blasco y Soler. Fue un famoso escritor en la época (colaboraciones en periódicos españoles y extranjeros, obras de teatro...), e inventó una palabra que se llegó a hacer muy famosa y que la Real Academia incorporó a su diccionario: suripanta. ¿Sabéis lo que es? Pues un pendón desorejao, poco más o menos.
    TAL DÍA COMO HOY... En 1881 murió Manuel García Gil, el arzobispo de Zaragoza que consagró el #Pilar el 10 de octubre de 1871. Faltaba acabar las torres y la fachada, pero él consiguió cerrar la gran cúpula central y consagrar el templo tras casi dos siglos de obras.
    TAL DÍA COMO HOY... En 1928 nació Yves #Klein, uno de mis pintores preferidos. Murió con solo 34 años, pero le dio tiempo a hacer cosas que a mí me fascinan. Durante mucho tiempo hizo obras monocromáticas, pero utilizaba en ellas diferentes colores. Sin embargo, llegó un momento en que se centró en uno solo, que patentó con el nombre de IKB (Internacional Klein Blue), el azul más hermoso e hipnótico que se pueda imaginar. Con él cubrió lienzos y paredes, empapó esponjas, pintó esculturas... utilizando las manos, rodillos e incluso pinceles humanos. ¿¿¿Pinceles humanos??? ¿¿¿Y eso qué quiere decir??? Pues luego os lo cuento...
    Hacía mucho que no podía una imagen de la Virgen del Pilar, así que os dejo una con uno de sus mantos más singulares, el que le regaló el Grupo Zaragozano de Papiroflexia, hecho a base de más de 1.500 piezas. El manto se pone cada 6 de agosto desde 2007, coincidiendo con el aniversario del lanzamiento de la bomba sobre Hiroshima en 1945 (en Japón se hace tradicionalmente una ofrenda de grullas de papel).
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