Reconozcámoslo: ¿quién no hubiera querido irse de vacaciones a Sodoma y Gomorra? No digo a vivir, que todo el día de orgía en orgía tenía que ser agotador, pero… ¿un apartamento en multipropiedad para una semana al año? Seguro que de vecinas nos hubieran tocado la chica del diecisiete, la Lola (que dicen que no duerme sola), el casto José y el resto de frescos y frescas que en el mundo han sido. Y es que Sodoma y Gomorra, al menos hasta que Yahvé las fulminó con su cólera divina, debían ser lo más.
Primera cuestión: ¿existieron Sodoma y Gomorra? Pues no lo podemos asegurar, pero vaya, supongamos que sí. Debían estar cerca del Mar Muerto y sus habitantes tenían fama de ligeros, frescos, desahogaos y un poco sueltos. Total, que Yahvé decidió que pa’broma ya valía, que se iban a enterar. Les iba a enviar fuego y azufre a carretadas, y se acabó. El caso es que Abraham dijo que no podía ser, que iban a pagar justos por pecadores, y Yahvé, que no tenía ganas de murga, le contestó: “si me encuentras a cincuenta justos yo me olvido de esta historia y en paz“. Ay, cincuenta. Ni diez, con los dedos de las dos manos le sobraba a Abraham. Sólo la familia de Lot se salvaría de la quema.
Yahvé decidió enviar a casa de Lot a un par de ángeles para que le explicasen cómo iba a ser la operativa: mocetones, rubiales, de buen ver, y encima forasteros, que lo exótico siempre llama la atención… lo tenían todo para triunfar, y a los habitantes de Sodoma, que por algo se llamaban sodomitas, se les caía la baba.
En esto que la gente empieza a aporrear la puerta de Lot. ¿Qué pasa? Pues qué va a pasar, que los sodomitas querían jugar con los angelicos. La cosa se pone fea y parece que va a haber más que palabras, cuando Lot, que de hospitalario se pasaba, va y les dice: “Miren, tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las voy a traer para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mi hospitalidad”. ¿Cómo os habéis quedado? Pues con los ojos como ensaladeras, porque hombre, una cosa es tratar bien a tus huéspedes y otra esto. Estaréis de acuerdo conmigo en que eso no estuvo ni medio bien, pero lo mismo le dio. Querían a los forasteros, y no había más que hablar. Menos mal que cuando los sodomitas iban los ángeles ya venían, y le explicaron a Lot lo que tenía que hacer para escapar con su mujer y sus hijas (a los yernos no hubo forma de encontrarlos, vaya usted a saber dónde andarían y por qué las hijas de Lot seguían vírgenes a pesar de estar casadas).
La única condición para salvarse era huir sin mirar atrás, pero la mujer de Lot no pudo resistir la curiosidad, se volvió… y se convirtió en estatua de sal. ¿La veis en el cuadro? Se ha quedado para los restos en una curva del camino que hay al fondo. A mí me hubiera pasado lo mismo, seguro, porque ¿quién se resiste a ver el espectáculo de fuegos artificiales que hay al fondo? La ciudad ardió enterica, y a los sodomitas les pilló… ya sabéis cómo los pilló, que no es mala forma de morir. Sólo se libraron Lot y sus hijas. Por cierto, ¿qué os parece que a la de oscuro le haya dado tiempo de coger un pollo que debían estar asando, por si les entra hambre en cualquier momento? En esos momentos nunca sabe uno cómo va a reaccionar, aunque en realidad es un símbolo que utilizó el pintor para indicarnos que la chica seguía siendo virgen como la que más.
Unos señores muy serios han conseguido traducir lo que pone en esta tablilla que veis en la foto, y piensan que lo que pasó fue que el 29 de junio del 3123 a.C. (si eso no es precisión que baje Dios y lo vea) cayó un meteorito en las Alpes tan, tan gordo que la cosa afectó a un montón de lugares que estaban lejísimos, como las dos alegres ciudades de nuestra historia de hoy. Podría ser o no, pero lo que está claro es que ellos utilizan argumentos científicos. Todo lo contrario que los que opinan que fue una venganza extraterrestre (pinchad aquí si queréis echaros unas buenas risas). En fin… vivir para ver.
Y si queréis más lujuria no os podéis perder, este mes de enero, nuestras CENAS LUJURIOSAS.
Cuándo – Martes 19 , 22 y 26 de enero a las 21’15
Precio – 26 € por persona
Dónde – La Zarola, Calle de San Miguel 35
Más información y reservas – Llamando al 976207363 o entrando aquí
Si queréis seguirnos podéis entrar en www.facebook.com/gozARTE y pinchar en “me gusta”, o en twitter @gozARTE. Y ahora, os dejo unos cuantos post de nuestro blog con historias de lo más lujuriosas:
Pecadores encantadores – Rebeca y la lujuria
Lujuria es… el champagne (francés, bien sûr)
Lujuria es… sexo en Nueva York
Lujuria es… unas piernas de cinco millones de dólares
Lujuria es… el teatro chino de Manolita Chen
Lujuria es… el “gabinete secreto” de Nápoles
Lujuria es… la guerra de los biquinis
Lujuria es… San Juan de la Cruz
Calle San Agustín 27-29, 50002 Zaragoza
Teléfono 976 20 73 63
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