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Félix Navarro, el Eiffel de Zaragoza – nace la arquitectura del hierro

¿Jugamos a buscar las 7 diferencias?

Os propongo un juego: vamos a buscar las diferencias que hay entre la fachada de la Escuela de Artes tal y como la dejó Félix Navarro y como la podemos ver hoy. Eso sí, os tendréis que acercar hasta la Plaza de los Sitios para poder verla bien, porque los árboles han crecido mucho desde entonces y hoy es casi imposible sacar una foto de conjunto.

¿Veis algún cambio?

Viendo esta foto os daréis cuenta a la primera de uno de los cambios. La fachada tenía dos pisos cuando se construyó, y ahora tiene tres. Pero la diferencia más llamativa es otra. Os pongo otra fotografía antigua, por si no habéis caído.

¿Qué es eso puntiagudo que hay sobre el reloj, rematando la fachada, por los tejados…?

Por todas partes, en los remates del edificio, hay pequeñas torres Eiffel. No intentéis buscarlas ahora, porque ya no están. Una pena, porque le daban una personalidad de lo más singular. Pero la cuestión es, ¿a qué se debe esta obsesión de Félix Navarro por la torre Eiffel? La clave está en el hierro, que a lo largo del siglo XIX y al ritmo de la Revolución Industrial, se había convertido en uno de los materiales fundamentales de la nueva arquitectura. La torre se construye para la Exposición Universal de París de 1889, pero esa extraordinaria aventura había comenzado mucho antes. ¿Os apetece un viajecito para descubrirlo? Pues coged el paraguas y retrasad los relojes dos siglos y pico, porque nos vamos a la Inglaterra en la que acababa de estallar la Revolución Industrial. Allí, James Watt había patentado en 1784 un invento que iba a cambiar el mundo: la máquina de vapor. Del trabajo manual a la era de la máquina, de la artesanía a la producción en serie, y de los materiales tradicionales, como la piedra o la madera, al vidrio, el hierro… Gracias a ellos se pudieron construir los nuevos edificios necesarios para un mundo en cambio constante: estaciones de ferrocarril, grandes pabellones para exposiciones, bocas de metro…

hierro

En 1851 tuvo lugar la primera Exposición Universal en Londres, y para albergarla se levantó el Crystal Palace (desaparecido en un incendio en 1936, aunque se conservan otros, como el que se hizo en Madrid en 1887 inspirándose en él; el de Londres es el de la fotografía de la izquierda y el de Madrid el de la derecha). El responsable del proyecto fue un experto en la construcción de invernaderos con hierro y vidrio. Atentos a las medidas: 600 metros de largo, 120 de ancho y 34 de alto. No había catedral en el mundo que tuviera esas dimensiones, más que nada porque con los materiales tradicionales era imposible lograr un espacio diáfano como ese (las vigas de madera no podían tener esa anchura, y eran necesarios pilares muy gruesos para sujetarlas). El hierro permitía trabajar con piezas prefabricadas y hechas en serie (más rápido y más barato, por tanto), más resistentes a los incendios y, sobre todo, con vigas de una anchura que hubiera sido impensable cuando no se disponía más que de madera y que se apoyaban columnas altas y muy esbeltas. De pronto se abría un mundo lleno de posibilidades. ¿Os apetece que nos vayamos a París a descubrir algunas?

Les Halles, el vientre de París

En 1852, un año después del Crystal Palace, se construyó, en pleno corazón de París, un inmenso mercado formado por diez pabellones que ocupaban una superficie de unas diez hectáreas y que son el principal protagonista de una novela de Zola titulada “El vientre de París“. ¿Queréis verlo desde el aire para haceros una idea de lo que estamos hablando?

Nuevas soluciones para nuevas necesidades

La población de las grandes ciudades no paraba de crecer, y se planteaban continuamente problemas nuevos. Sólo había una forma de construir algo tan gigantesco, y era utilizando el hierro de forma masiva. El resultado fue un completo éxito, tanto que en 1968 aún seguía funcionando (en “Charada“, de 1963, Audrey Hepburn corre por aquí). Aquí tenéis una imagen que muestra la vida que bullía a su alrededor.

La imagen lo dice todo

En 1968 se tomó la decisión de demoler Les Halles. No me resisto a poner varias fotos de aquello, porque me parecen de una increíble belleza y transmiten toda la potencia estética del hierro (algo que en el momento de su construcción aún no se reconocía por la mayor parte de la gente).

Sobran las palabras, ¿verdad? Afortunadamente, muy pocos años después el Mercado Central de Zaragoza (también una joya de la arquitectura del hierro) se salvó de la demolición. En cualquier caso, uno de los pabellones de Les Halles parisinos se trasladó a otro lugar, se conservó y hoy se utiliza para todo tipo de cosas.

Exterior del Pavillon Baltard, hoy en las afueras de París

Una feria en el Pavillon Baltard

Donde estuvieron Les Halles hay hoy una inmensa plaza, con construcciones que parecen planteadas como un homenaje a aquella arquitectura hecha de hierro y de vidrio.

Una cosa por otra

Tanto el Crystal Palace como Les Halles eran edificios funcionales, así que a nadie le chocó que se utilizaran en ellos los nuevos materiales. Al fin y al cabo, este tipo de construcciones eran casi más terreno de la ingeniería que de la arquitectura, al menos de la arquitectura entendida como una de las Bellas Artes. Pero si os fijáis en esta foto, estamos en la sala de lectura de una biblioteca (la de Sainte Geneviève, al lado del Panteón de París) y está claro con qué está hecha la estructura, ¿no? Con hierro, claro.

La sala de lectura, amplia, luminosa, diáfana…

Me cuesta creer que no se apreciara desde el primer momento la belleza de una construcción como esta. Mirad, por ejemplo, los maravillosos dibujos que se hicieron de las diferentes piezas.

A mí se me cae la baba viéndolo, pero entonces mucha gente pensaba que el hierro no tenía ningún valor estético

La verdad es que encontrarlo en un edificio de este tipo es chocante, porque a pesar de que el hierro era estupendo para solucionar los nuevos problemas que se presentaban a los arquitectos de aquel tiempo, tenía un problema: no gustaba, no se consideraba un material noble y adecuado para la arquitectura monumental. ¿Queréis ver la fachada de la biblioteca?

Nada que ver con el interior, ¿no?

Materiales tradicionales, relieves de piedra… en fin, lo adecuado para el entorno monumental del centro de París. ¿Quién se imaginaría, viéndolo, que detrás hay un interior ultramoderno para la época? En cualquier caso, era cuestión de tiempo que el hierro acabara siendo aceptado en obras de todo tipo, y no sólo de carácter industrial o funcional, y también era cuestión de tiempo que llegase a nuestro país. Las primeras obras son puentes, como el de Triana, en Sevilla, pero los primeros edificios son dos mercados madrileños y un teatro zaragozano. Ninguno de ellos sigue en pie, pero los tres fueron edificios estupendos y a la última. ¿Queréis verlos?

Mercado de los Mostenses, de 1875

Mercado de la cebada, de 1875

Teatro Pignatelli de Zaragoza, de 1878

Interior del Teatro Pignatelli

El Teatro Pignatelli estaba situado más o menos donde hoy está el edificio de Correos, en el Paseo de la Independencia. Os imagináis quién lo construyó, ¿no? Pues claro, Félix Navarro, y por eso le hemos llamado el Eiffel de Zaragoza, porque aunque nació en Tarazona fue en nuestra ciudad donde desarrolló la mayor parte de su carrera.

Hemos empezado hablando de su admiración por la Torre Eiffel, ¿os acordáis? Pues bien, no hemos llegado todavía ni al año en que se construyó la torre (1889) y ya nos encontramos con una fantástica construcción en hierro de Félix Navarro. En el próximo post hablaremos de Eiffel, de la torre, de la Exposición Universal de París, a la que Félix Navarro viajó… y de muchas cosas más.

Gracias a Félix Navarro Zaragoza fue más hermosa, más moderna, más cómoda y agradable para sus ciudadanos. Si quieres descubrir cómo fue aquella ciudad que él contribuyó a transformar, en una ruta en la que conoceremos edificios tan distintos como el Mercado Central o la Escuela de Artes, el Monumento al Justicia, edificios de viviendas… ponte en contacto con nosotros en el 976207363, pues podemos realizar la ruta en cualquier momento para un grupo.

 

Y si queréis saber más sobre Félix Navarro…

Félix Navarro – un paseo en imágenes por la historia del Mercado Central

Zaragoza y Félix Navarro

2 respuestas a “Félix Navarro, el Eiffel de Zaragoza – nace la arquitectura del hierro”

  1. […] Félix Navarro, el Eiffel de Zaragoza – Nace la arquitectura del hierro […]

  2. […] Félix Navarro, el Eiffel de Zaragoza – Nace la arquitectura del hierro […]

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    TAL DÍA COMO HOY... En 1586 el arquitecto Doménico Fontana realizó una auténtica proeza: levantar el obelisco egipcio de la plaza de San Pedro. Lo había traído Calígula de Egipto en el 37 d.C. para colocarlo en la espina del Circo Vaticano, y el papa Sixto V ordenó colocarlo en el eje de la basílica de San Pedro (la plaza aún no existía como la conocemos hoy). Solo hubo que moverlo unos metros, pero el traslado revestía una enorme complejidad. Cuentan (aunque probablemente no es más que una leyenda) que el papa había prohibido que nadie hablase, amenazando con condenar a muerte a quien lo hiciera, pero cuando lo estaban levantando alguien gritó: "¡¡¡Agua a las cuerdas!!!", queriendo decir que si las cuerdas no se mojaban iban a ceder bajo el enorme peso (el papa, evidentemente, no lo condenó). En el traslado se emplearon 900 hombres, 75 caballos, innumerables poleas y centenares de metros de cuerda, como describe Fontana en su trabajo titulado “Del modo tenuto nel transportare l´obelisco Vaticano”.
    TAL DÍA COMO HOY... En 1877 se encontraron los supuestos restos de #Colón en la catedral de Santo Domingo, en la República Dominicana. ¿Son los auténticos? Pues a ver, vamos a situarnos. Ya sabemos que la Humanidad tiene la costumbre de no dejar descansar en paz a los muertos ilustres, y lo cierto es que lo que había viajado aquel hombre en vida no fue nada en comparación con lo que viajó después de muerto: primero fue enterrado en Valladolid (donde murió en 1507), luego lo llevaron a la cartuja de Sevilla, de ahí a la catedral de Santo Domingo y de ahí a la de La Habana, cuando Santo Domingo fue conquistado por los franceses en 1795. Finalmente, cuando en 1898 se perdió Cuba los restos se trasladaron otra vez a Cádiz y de allí a Sevilla, donde siguen (de momento) en una tumba monumental que está en la catedral. La cosa no es tan sencilla, de todas maneras, porque en la República Dominicana siguen empeñados en que ellos tienen los restos auténticos, y para ellos inauguraron en 1992 un monumento faraónico, el Faro a Colón.
    TAL DÍA COMO HOY... En 1981 el Guernica volvió a España desde el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Picasso lo había pintado en 1937 por encargo del Gobierno de la República para la Exposición Internacional de París, cuando España estaba en plena Guerra Civil. El cuadro nunca había estado en nuestro país, y Picasso se había encargado de dejar claro que no debía hacerlo hasta que no hubiera república en España otra vez. Como las cosas no fueron como muchos habían planeado, y la forma de gobierno que sucedió a la dictadura fue la monarquía parlamentaria, finalmente el cuadro volvió cuando ya había llegado la democracia. Picasso había muerto ocho años antes, así que no podemos saber que hubiera opinado de aquello (aunque no sé muy bien qué derecho podía tener él a decidir algo así, cuando era un encargo que había cobrado, cómo se pudo demostrar con la documentación correspondiente).
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