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UNA NOCHE CON VERDI – ¿Quién era la Traviata?

¿Quién no recuerda “Pretty Woman”, aquella historia en la que un millonario y una prostituta se acaban enamorando? Hay un momento en el que él la viste de gala, la lleva a la ópera y cuando están esperando a que empiece la función le dice: “La reacción de la gente la primera vez que ve una ópera es muy espectacular: o les encanta, o les horroriza. Si les encanta será para siempre, y si no, pueden aprender a apreciarla, pero jamás les llegará al corazón”.

Las cosas nunca son tan simples, claro, pero a la protagonista de la película le emociona la historia que ve. Por cierto, ¿cuál es? No podía ser otra que “La traviata”, de Giuseppe Verdi, la ópera más representada en el mundo, que trata precisamente de la historia de una mujer “traviata”, extraviada, perdida y sin rumbo, al menos para la estrecha moral de aquella época. En pocas palabras, una prostituta que disfruta de cada instante de la vida hasta que un día, sin esperarlo, se enamora y es correspondida. ¿Una historia feliz? No, eso hubiera sido un escándalo, pues las gentes biempensantes solo podían aceptar a una cortesana en escena si al final acababa pagando por lo que había hecho. La pobre Violetta acabará muriendo en los brazos de su amado Alfredo, pero… no adelantemos acontecimientos.

Dumas

¿Qué le había inspirado a Verdi esta historia? Antes de entrar al tema es necesario recordar que Verdi se había quedado viudo muy joven, y poco antes de que muriera su esposa lo habían hecho sus dos hijos, un niño y una niña. Aquello le dejó sumido en una profunda depresión, pero poco a poco consiguió salir gracias al trabajo. Unos años después conoció a una diva de la ópera que ya empezaba a estar de capa caída, Giuseppina Strepponi, y empezaron una relación que duraría hasta la muerte de ella, tras más de cincuenta años juntos.

Giuseppina, cuando todavía era una diva y triunfaba sobre los escenarios de media Europa

Giuseppina, cuando todavía era una diva y triunfaba sobre los escenarios de media Europa

Estando en París con Giuseppina fueron al teatro a ver La dama de las camelias. La había escrito Alejandro Dumas (hijo), tras alcanzar un enorme éxito con la novela del mismo título. En ella se inspiraba en su relación con una famosa cortesana, Marie Duplessis, que en su corta vida había tenido docenas de amantes que le proporcionaron todos los lujos posibles salvo uno: el amor. El mismo Dumas la había abandonado, despidiéndose de ella con una carta que empezaba diciendo: “No soy lo bastante rico para amarte como quisiera, ni lo suficientemente pobre para ser amado como quisieras tú”. Ella murió a los 23 años, y de todos sus antiguos amigos y amantes sólo la acompañaron dos al cementerio, en medio de una soledad como sólo París puede hacer sentir.

Marie Duplessis, poco antes de morir con 23 años

Marie Duplessis, poco antes de morir con 23 años

Dumas, impresionado por aquel final, cogió aquel episodio de su vida, modificó lo que quiso y lo convirtió en una gran historia protagonizada por una mujer inolvidable: Margarita Gautier. Hermosa, joven, llena de encanto… lo tenía todo para triunfar en aquel alegre París, hasta que se enamoró de un caballero de buena familia y abandonó todo por él. Todo iba bien hasta que el intransigente padre de Armando, que así se llamaba, la convenció de que si le quería de verdad debía dejarle, porque para él y para su familia sería un desastre que le relacionaran con una mujer como ella. Dando una inmensa prueba de amor Margarita le abandona y él se siente tan herido que llega a insultarla en público. Sin embargo, finalmente se entera de todo y vuelve justo a tiempo para que ella, enferma de tuberculosis, muera en sus brazos.

La tumba de la auténtica "dama de las camelias", en el cementerio de Montmartre (París)

La tumba de la auténtica “dama de las camelias”, en el cementerio de Montmartre (París)

Verdi y Giuseppina debieron sentirse muy identificados con aquellos personajes. Ella había tenido una vida disipada, pero no alegre (tuvo cuatro hijos de diferentes hombres y a los cuatro tuvo que abandonarlos). Él se había quedado destrozado tras la muerte de sus dos hijos y de su esposa, siendo todavía muy joven. Se enamoraron, y Peppina, que le adoró ciegamente hasta su muerte, siempre dijo que quería ser enterrada con la primera carta de amor que él le había escrito, un deseo que no se cumplió porque Verdi no logró encontrarla hasta días después del funeral (todavía hoy la familia la conserva sin abrir).

Tumba de Verdi y Giuseppina, en la casa de reposo para músicos sin recursos que él construyó en Milán

Tumba de Verdi y Giuseppina, en la casa de reposo para músicos sin recursos que él construyó en Milán

Las cosas, sin embargo, no fueron fáciles para ellos. No sólo la conservadora sociedad de Busseto (la ciudad donde él había crecido, y donde se fueron a vivir) se opuso a aquella relación de la que nadie sabía nada a ciencia cierta (ni siquiera si estaban casados o no, algo que no hicieron hasta unos años después), haciéndoles la vida imposible durante años, sino que el mismo padre del compositor rechazó totalmente a Giuseppina. Desde aquel mismo día la historia empezó a rondar por la cabeza de Verdi, y decidió que ése sería el tema de su próxima ópera. La apuesta era arriesgada por muchos motivos: no sólo no trataba de asuntos grandiosos, sino que ponía en escena la historia de una prostituta a la que no situaba en una época remota, sino en el presente (algo que la gente no estaba acostumbrada a ver). Por lo menos se desarrollaba en París, que en aquel momento ya se veía como la capital del libertinaje, y no en Italia, pero aún así Verdi tuvo que ceder a las presiones de la censura y situar la historia siglos antes (tendrían que pasar más de treinta años hasta que se representara tal y como Verdi deseaba y no con pelucas empolvadas del tiempo de Luis XIV).

Si hay una cantante que se haya identificado plenamente con "La Traviata" esa es María Callas, alguien que supo muy bien lo que es sufrir por amor

Si hay una cantante que se haya identificado plenamente con “La Traviata” esa es María Callas, alguien que supo muy bien lo que es sufrir por amor

La Margarita Gautier de Dumas se convirtió en Violetta Valèry, enamorada de Alfredo Germont. El estreno, que tuvo lugar en el veneciano teatro de La Fenice en 1853, fue un fracaso. Verdi se quejó de que los cantantes no estuvieron a la altura, y seguramente era cierto, pero el auténtico problema es que el público aún no estaba preparado para aceptar aquella historia. Sin embargo, pronto cambiaron las tornas y comenzó la exitosa trayectoria de una ópera que hoy, 160 años después de su presentación en sociedad, sigue siendo la más representada del repertorio. Todas las grandes cantantes, desde entonces, han interpretado este apasionante personaje, pero ninguna lo ha hecho suyo como María Callas. ¿Por qué? Pues seguramente porque le pasó lo mismo que a Verdi, que se identificó extraordinariamente con esta historia. Nadie como ella sabía lo que era sufrir por amor, tanto que alguien dijo que “su canto asemeja una herida abierta, que sangra entregando sus fuerzas vitales…como si ella fuese la memoria del dolor del mundo…“. Os dejo un fragmento del primer acto. Ella ha estado enferma y cuando se recupera organiza una gran fiesta en su casa, con todos sus amigos. Allí le presentan a Alferdo Germont, enamorado de ella, que durante su enfermedad ha estado preocupándose por su estado. Hablan y… ¡se enamoran! Cosas de la ópera, podrá pensar alguno, pero no. ¡¡¡El flechazo existe, no es un mito!!! Ella le da una camelia y le dice que vuelva a verla cuando se marchite; él se va feliz, pero cuando Violetta se queda sola en su casa, aún en estado de shock, reacciona cantando un aria que empieza con las palabras “Sempre libera“. O sea, que quiere seguir siendo libre para ir de un placer a otro, de una alegría a otra. Lo que no sabe es que ya no lo es, y en cuanto oye la voz de él cantando en la calle…

Por cierto, no se acaba con “La Traviata” la historia de este personaje, porque en 1937 Georges Cukor dirigió “Camille”, una inolvidable película protagonizada por Greta Garbo. Seguro que la pobre Marie Duplessis nunca imaginó que su corta vida daría para tantas obras de arte excepcionales, pero así fue, gracias a genios como Dumas, Verdi, Cukor, Callas, la Garbo… y quién sabe quién más en el futuro, porque eso es lo que tienen las grandes historias, que nunca mueren.

Greta

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