Todos hemos oído hablar del Patio de la Infanta, pero ¿quién era realmente esa mujer? ¿Era de verdad infanta? Pues bien, lo primero de todo decir que se llamaba María Teresa de Vallabriga, y que conocemos perfectamente cómo era porque Goya la pintó varias veces.
Pero vayamos por partes. El patio que se conserva dentro del edificio principal de Ibercaja pertenecía a una casa que había construido en el Renacimiento Gabriel Zaporta y que estaba en la calle San Jorge, en el solar que hoy ocupa la que fue primera central de Ibercaja. En ella vivió mucha gente importante, como uno de los hermanos Argensola o Ramón de Pignatelli, pero está claro que la que más impresionó la imaginación de la gente fue esta mujer, que la ocupó entre 1792 y 1808 (se marchó después del primer Sitio y cuando volvió a Zaragoza se instaló en otra casa en el Coso). A partir de entonces todo el mundo hablaría de “la casa de la infanta”, aunque infanta, lo que se dice infanta… era más bien mujer de un infante (por entonces su viuda).
El infante don Luis era hermano de Carlos III, y con la ley en la mano hubiera debido sucederle (la ley sucesoria de los Borbones españoles decía que el heredero tenía que haber nacido y haberse educado en España, y el hijo del rey, el futuro Carlos IV había nacido y se había criado en Nápoles). ¿Qué hizo Carlos III? Pues intentar por todos los medios que su hijo no tuviera ningún problema. Una vez visto que su hermano no tenía ninguna vocación religiosa (abandonó los muy lucrativos cargos de arzobispo de Toledo y de Sevilla) decidió apartarlo de la Corte mediante una argucia: le obligó a casarse con una mujer de rango muy inferior, la zaragozana María Teresa de Vallabriga, razón por la cual sus hijos no tendrían ningún derecho al trono ni a usar el apellido Borbón.
El infante se retiró con su familia a su palacio de Arenas de San Pedro, en la provincia de Ávila, donde mantuvo una pequeña corte. Fue allí donde alguien (a lo mejor el arquitecto Ventura Rodríguez) le presentó a Goya, del que dijo que “Este pintamonas casi caza tan bien como yo“. El infante fue su primer cliente importante, y aparte de los retratos individuales de sus hijos y de su mujer, entre 1783 y 1784 representó a la familia en un enorme cuadro que muchos recordaréis, porque estuvo en Zaragoza durante el verano de 2008, en la exposición sobre “Goya e Italia“.
Es de noche, y la familia está reunida en una habitación que apenas está insinuada. Sentados a la mesa están el infante, que hace un solitario, y su mujer, a la que están peinando. A su lado, una nodriza lleva en brazos a su hija pequeña. Los otros dos están detrás de su padre, muy serio el chico, el heredero, y detrás de él su hermana, que mira curiosa. Alrededor, personas de la casa: criadas, el administrador, quizá incluso el músico Luigi Boccherini, que trabaja para el infante… Y abajo a la izquierda Goya, que le hace un guiño a “Las Meninas” de Velázquez y se retrata pintando. En resumen, un momento íntimo, en el que en vez del falso esplendor de un retrato cortesano lo que encontramos es una sorprendente apariencia de verdad.
Goya siguió pintando a los miembros de esta familia durante años, y en el Museo de Zaragoza tenemos un maravilloso ejemplo en el retrato del hijo del matrimonio, pintado como si no hubiera sido despojado de sus derechos dinásticos: ese azul completamente borbónico, los tacones rojos (que en el cuadro se aprecian perfectamente), la educación principesca…
Cuando su madre quedó viuda, con 26 años, Carlos III la separó de sus hijos y ella volvió a Zaragoza, trayéndose lo único que le habían dejado: los retratos de los suyos, que colgaría en las paredes de la casa que pronto la gente empezaría a llamar “de la infanta”. Sin embargo, La suerte de la familia cambiaría cuando la hija mediana, María Teresa, se casó con Manuel Godoy, primer ministro, Príncipe de la Paz…
La primera consecuencia del matrimonio con Godoy fue devolver a los tres hermanos el apellido Borbón. Para ello se mandó una real orden al Obispo de Ávila, ordenándole que en las partidas de bautismo de los tres, en las que sólo estaba escrito el apellido de la madre, se pusiese en primer lugar el apellido Borbón. A María Teresa (madre) le permitirían usar el título de infanta e incluso la condecoraron con la Real Orden de Damas Nobles de María Luisa, además de permitirle reunirse con sus hijos nuevamente. En cualquier caso, ella siguió viviendo en Zaragoza. Hasta el primer Sitio estuvo en la “casa de la infanta”, pero cuando los franceses levantaron el primer asedio de la ciudad prefirió marcharse. Al volver se instaló en otra casa que estaba en el Coso, al lado del Casino Mercantil. Finalmente murió en 1820, con 61 años, y fue enterrada en la cripta del Pilar con los honores propios de su rango.
Otro día más. De momento, si queréis descubrir muchas más HISTORIAS DE AMOR EN FEBRERO, aquí os dejo nuestra programación:
Del Museo de Zaragoza al patio de la Infanta: una historia de amor y lujo – Sábados a las 18’00. Reservas aquí
Amores y desamores en el Museo de Zaragoza – Domingos a las 11’00. Reservas aquí
El último viaje del Titánic – Domingos a las 11’30. Reservas aquí
Historias de amor en la Aljafería – Domingos a las 11’30. Reservas aquí
Una historia de la lujuria en Zaragoza – Sábados 11 y 18 de febrero a las 18’00. Reservas aquí
Si queréis saber más o reservar, entrad en los enlaces o llamadnos al 976207363.
Calle San Agustín 27-29, 50002 Zaragoza
Teléfono 976 20 73 63
Aviso Legal | Condiciones Generales | Política de Privacidad | Política de Cookies
Copyright © 2018 Gozarte | Todos los Derechos Reservados | Desarrollo web analiZe