Ya Fraga decía que “Spain is different“, y seguramente eso mismo pensará cualquier turista que pasee estos días por el centro de Madrid al ver una fila inacabable que nace al ladito del Palace y llega hasta la estación de Atocha. ¿Qué hacen ahí? Pues no están esperando para comprar lotería en Doña Manolita, sino para algo completamente diferente pero que en el fondo es lo mismo: el besapié del primer viernes de marzo del Cristo de Medinaceli. ¿Que por qué digo que es lo mismo? Porque lo que se busca es también cambiar la suerte y mejorar en la vida, en un caso por medio del dinero llovido del cielo y en el otro por los favores divinos, venidos del mismo lugar.
¿Qué tiene este Cristo de especial para que tanta gente se ponga en la cola ya varios días antes y pase las frescas noches de finales de febrero y principios de marzo durmiendo al raso? ¿Por qué están tan convencidos de que lo que le pides lo cumple? ¿Por qué les vale la pena esperar durante días para pasar sólo unos minutos delante de su imagen? Desde un punto de vista racional podríamos pensar que es algo que se debe a la crisis, que la desesperación nos hace agarrarnos a creencias ancestrales… pero aquí os dejo una imagen antigua para que veáis que la cosa viene de lejos.
Las puertas se abren en la medianoche del jueves al viernes, y hasta que no entra la última persona que hay en la fila no se cierran (normalmente en la madrugada del sábado). Además, viene gente de todo tipo y de todas las clases sociales, incluyendo siempre a algún miembro de la Familia Real (que no falta a la cita desde hace 300 años).
¿De dónde viene esta devoción? Pues para conocer la historia de este Cristo viajero y aventurero tenemos que viajar en el tiempo hasta la Sevilla de la primera mitad del siglo XVII, cuando se talló en alguno de los talleres de la ciudad para enviarlo a una de las ciudades españolas en el norte de Africa, concretamente a La Mámora (hoy llamada Mehdía), conquistada en 1614 por los españoles para acabar con la piratería en esa zona y rebautizada como San Miguel de Ultramar.
Allí fue llevada la imagen por los capuchinos, y allí recibió culto por parte de los soldados de la guarnición hasta 1681, cuando las tropas de Mulay Ismail (el segundo monarca de la dinastía alauita que aún reina en Marruecos) conquistaron la fortaleza a los españoles. ¿Qué pasó entonces con la imagen? Pues lo mismo que con otras muchas que había en la ciudad y quedaron en poder de los musulmanes: las arrastraron por las calles y fueron objeto de todo tipo de humillaciones, con lo que los padres trinitarios, que se dedicaban a conseguir dinero en España para rescatar a cautivos, decidieron que aquel Cristo era tan cautivo como el que más y le hicieron una propuesta a Mulay Ismail: darle su peso en oro.
La escultura no debe ser ligera, pues aunque lo parece no es lo que se conoce como una imagen “de vestir” (las que sólo tienen la cabeza, las manos y los pies, siendo el resto una estructura ligera que va recubierta por la ropa), sino que está completamente tallada. El caso es que la pusieron en un plato de una balanza y en el otro fueron echando monedas de oro hasta llegar a ¡¡¡30!!! Con la insignificante (y simbólica, recordad a Judas) cantidad de 30 monedas de oro la balanza quedó equilibrada, algo que a Mulay Ismail no le pareció ni medio bien. No entraremos a valorar cuánto hay de historia, cuánto de tradición y cuanto de leyenda en esto, pero el caso es que a mediados de 1682 la imagen llegó a Madrid en medio de una procesión que cuentan que ya fue multitudinaria.
Como la capilla en que se instaló estaba en unos terrenos donados por el duque de Medinaceli, pronto cambió su nombre de Jesús del rescate por el actual, y la devoción fue a más. Eso sí, si pensabais que con esto se habían acabado los viajes de este Cristo tan aventurero estáis muy equivocados, porque cuando estalló la Guerra Civil se puso otra vez en movimiento. Los frailes lo envolvieron en sábanas y lo escondieron en el sótano metido en una caja de madera, pero justo allí se alojó un batallón republicano, que se lo encontró cuando intentaban arrancar las tablas de la caja para encender una hoguera con la que calentarse. El jefe del batallón se lo entregó a la “Junta del Tesoro”, iniciando entonces el mismo viaje que siguieron las “cajas españolas”, o sea, los tesoros artísticos que había que salvar a toda costa. Fue entonces cuando Azaña dijo aquella famosa frase que a mí me parece tan emocionante: “El Museo del Prado es más importante para España que la Monarquía y la República juntas“. Pues bien, el Cristo de Medinaceli se fue con “Las Meninas” y con muchos otros de nuestros mejores tesoros primero a Valencia, Barcelona… hasta Ginebra, donde formó parte de una exposición que se montó en la Sociedad de Naciones. Si queréis conocer esta fantástica aventura entrad aquí y podréis ver un documental titulado “Las cajas españolas” (tiene seis partes, así que cuando se acabe cada una id pinchando en la siguiente y ya está).
http://www.youtube.com/watch?v=WDU0rXUrIC8
La cuestión es que después de la guerra se consiguió que Jesús de Medinaceli volviera a Madrid, siendo recibido con honores militares. Desde entonces sigue allí, en su basílica, donde todos los viernes, pero especialmente el primer viernes de marzo, recibe multitud de visitas. Y para corresponderlas cada Viernes Santo sale a la calle en procesión entre cientos de miles de madrileños.
No deja de ser chocante y paradójica una devoción así en una gran ciudad como Madrid y en un país cada vez más laico como el nuestro, ¿no? Cada uno de los que se acerca hasta allí cada primer viernes de marzo tendrá sus motivaciones, todas respetables. Sin embargo, e independientemente de las creencias de cada uno, me gusta vivir en un país en el que todavía pasan cosas que se salen del guión y que nos hacen seguir exclamando cada día que “Spain is different“. Porque, para bien y para mal, pero yo creo que sobre todo para bien, lo es.
Y si queréis saber más, aquí os dejo otros capítulos de nuestro blog:
Salamanca, el “padre putas” y el Lunes de Aguas
El entierro de Genarín en León
Los “picaos” de San Vicente de la Sonsierra
Sevilla y el viacrucis de la Cruz del Campo
El juego de las caras en Calzada de Calatrava
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La imajen, mas querida, y venerada,, que los Madrileños,, tenemos, y adoramos,,hermosa, y milagrosa, Yo,,, Jesus, te pido, que agas un milagro, para que en nuestra España, no alla tanto paro, que nos ayudes, a salir adelante, y agas un nuevo milagro, te lo pide, una abuela, y una madre,,,,,,,,porque, creo, en ti, y lo espero, yo te lo ruego,,,,,,porque te amo!!!!!!!!! C CARNINA,
-Para empezar (que el tema es extenso), no es una devoción que se circunscribe solo a Madrid, al besapies del primer viernes de Marzo acude gente de toda España e incluso del extranjero.
-El Cristo de Medinacelli (iconografía conocida internacionalmente como Jesús Nazareno Rescatado o del Rescate) es el patrón de la orden Trinitaria en todo el mundo (aunque curiosamente la imagen original sea actualmente custodiada por capuchinos)
-Acudir al besapie no es necesariamente para pedir una gracia/milagro, en muchos casos es una tradición entrañable heredada de padres, abuelos, bisabuelos, etc… es una experiencia íntima de oración y de recuerdo (se que es dificil de entender para no creyentes o no católicos)
-Si bien lo de las 30 monedas es leyenda si es cierto que esta imagen formaba parte del santuario de la Mamora. Los trinitarios, que históricamente siempre se han dedicado al rescate de rehenes, (tras negociar el rescate de los cristianos presos en la ciudad) cuando quisieron recuperar los objetos sagrados de dicho templo, hubieron de pagar por cada una de las esculturas como si se tratara de un rehén más (entre las que se incluía este Cristo)
-Por que esta escultura destacó de entre las demás?
El Cristo de Medinacelli era originalmente un Nazareno (un cristo con la cruz a cuestas) y los piratas se cebaron con él. Le quitaron la cruz y la quemaron, lo ataron a un caballo y lo arrastraron por el suelo y posteriormente como simbolo de humillación y desprecio hacia el cristianismo lo maniataron como se hacía con los esclavos. De ahí la extraña posición de las manos y los cordones atados a cuello y brazos.
Es por ello que el Cristo de Medinacelli y la iconografía nacida a partir de él, el Cristo del Rescate o Jesús Nazareno Rescatado, no corresponde a ningún pasaje de la Pasión.
Puntualizar sobre lo que es una imagen de vestir y lo que no.
Efectivamente las imágenes femeninas de vestir se componen de “candelero” (armazón de madera que simula el cuerpo), brazos articulados, manos y cabeza, haciendolas muy ligeras. Esto se debe a que la proliferación de estas imágenes surgio en el siglo XVI, cuando la moda femenina (corte de Felipe II) no era de formas naturales si no con corsés de hierro y guardainfantes cónicos. Las grandes damas regalaban sus vestidos para las Virgenes a las que tenían devoción, de modo que resultaba más económico y práctico realizar las imágenes de este modo tan curioso.
Sin embargo en el caso de figuras masculinas es extremadamente raro que se siga este mismo esquema. Las figuras masculinas de vestir tienen los brazos articulados y los volúmenes del cuerpo esbastados en madera maciza.