¿Qué tienen en común estas dos tremendas obras, aparte del material con el que se construyeron? Pues un ingeniero-arquitecto excepcional, el mago del hierro: Gustave Eiffel. En el siglo XIX tuvo lugar una de las grandes revoluciones de la historia de la arquitectura: ¡¡¡El hierro y los nuevos materiales!!! De pronto era posible hacer construcciones que hasta entonces eran inimaginables: ligeras, inmensas, altísimas, transparentes y bellísimas. O eso pensamos ahora, porque entonces les parecían muy prácticas, más fáciles y baratas de levantar, pero bonitas lo que se dice bonitas… pues no las veían, la verdad.

De todos los arquitectos que empezaron a trabajar con el hierro el más atrevido e imaginativo, el que conseguía levantar las construcciones más extraordinarias y hacer posible lo imposible fue un señor que se llamaba GUSTAVE EIFFEL. Os suena, ¿verdad? Pues claro, porque su obra más conocida, la torre Eiffel, lleva hoy su nombre, pero trabajó por medio mundo: puentes, estaciones…

Hoy os proponemos viajar buscando algunas de sus obras más impresionantes, y sobre todo las dos más emblemáticas: la increíble torre de París y la estatua de la Libertad de Nueva York, de la que hizo la estructura. ¿Os venís a conocer sus secretos? Os garantizamos una experiencia que será apasionante.