El Patio de la Infanta es uno de los rincones más espectaculares y menos conocidos de Zaragoza. Está lleno de docenas y docenas de imágenes en relieve, entre las que están algunos de los trabajos de Hércules. ¿Sabéis quién era? Pues para empezar esta historia desde el principio nos tenemos que ir muchos, muchísimos años atrás. Seguro que habéis oído hablar de Zeus, ¿no? Pues ya sabréis que era el dios más dios de todos, el capo del Olimpo. ¿Y sabéis cómo se había ganado su prestigio? Pues escuchad a las musas, que están deseando contárnoslo.
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A lo que vamos. Resulta que Zeus se había enamorado de Alcmena. Bueno, enamorado igual es mucho decir, porque a Zeus le gustaban casi todas y casi todos, así que… En fin, la cuestión es que estaba encaprichado con Alcmena, una chica guapa que además era hija de un rey, o sea, princesa. Hasta aquí ningún problema, ¿no? Pues sí, porque Hera, la mujer de Zeus, estaba aborrecida de aguantar que su marido le fuera infiel hasta con el lucero del alba, porque donde ponía el ojo ponía la bala. Casi nadie se atrevía a decirle que no, pero cuando le daban calabazas estaba dispuesto a convertirse en lo que hiciera falta por una buena ración de sexo sin compromiso: en lluvia de oro para caer sobre Danae, en toro para raptar a Europa, en águila para llevarse al hermoso Ganimedes al Olimpo, en cisne para pasar un rato estupendo con Leda…
¿Sabéis como conquistó a Alcmena? Pues engañándola y haciéndose pasar por su marido. Eso sí, aunque Alcmena no se da cuenta, está bien claro que el que está en la cama es Zeus. ¿Veis el águila que hay a sus pies? Pues es su símbolo, así que no queda ninguna duda. Lo malo es que el pavo real es el animal de su mujer, y por lo que parece no se pierde detalle. ¡Pobre Hera! La cuestión es que Alcmena se quedó embarazada de Zeus pensando que era su marido, que volvió al día siguiente de la guerra y… también se quedó embarazada de él. ¿Cómo lo veis? En fin, la cuestión es que nacieron dos niños, uno de cada padre: el légitimo Ificles y el otro… Hércules, que es el que nos interesa.
Ya os podéis imaginar que la pobre Hera no le tenía mucho cariño a Hércules. Para empezar, intentó retrasar el parto todo lo que pudo. Luego envió dos serpientes a matarlo en la cuna, pero la criatura, que ya apuntaba maneras, se las cargó en un suspiro. También cuentan que Zeus engañó a Hera para que amamantase al niño, pero cuando ella se dio cuenta lo apartó rápidamente, el chorro de leche salió disparado y… ¡¡¡nació la Vía Láctea!!!
El caso es que con Hera o sin ella el niño se criaba divinamente, sano y fuerte. ¿Fuerte? Mucho más que fuerte. Hasta un poco brutote y bestia, diría yo. Y entre que no controlaba mucho su fuerza y que Hera, que no lo podía ni ver y no descansaba, le echó en la copa un veneno que le provocó un ataque de locura, sin querer mató a sus hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. Cuando descubrió lo que había hecho se volvió loco de dolor, acudió a la sibila délfica (una especie de adivina que predecía cosas que no entendía nadie, con lo cual siempre acababa acertando) y ella le dijo que tenía que llevar a cabo diez trabajos (que luego fueron doce, porque Hera se puso puntillosa y dijo que dos no valían, que le habían ayudado y que así cualquiera). ¿Sabéis cuáles fueron esos doce trabajos? Otro día os lo cuento.
Por cierto, a raíz de aquellos trabajos fue acumulando “pingos”. La piel del león de Nemea, que llevaba siempre encima; las manzanas de oro del jardín de las Hespérides, que le aseguraban la vida eterna…
Y llegamos a lo que nos interesa: en el Patio de la Infanta aparecen representados cinco de los trabajos de Hércules. ¿Cuáles son? ¿Qué hacen allí? Otro día hablamos de eso.
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[…] febrero 2012 por gozarte En el capítulo anterior nos habíamos quedado en que Hércules tenía que conseguir hacer diez trabajos (que luego fueron […]