Averly era una fundición en la que se hacía de todo, en hierro colado y bronce (entra aquí si quieres saber más). En 1880 se anunciaba diciendo que tenía “una muy variada colección de modelos de poleas, ruedas y demás piezas para maquinaria, columnas, tubos, balcones, pies de mesas y demás piezas para ornato y edificios“. Vamos, un de todo. Y claro, a veces un molde se reutilizaba una y otra vez (una columna, una farola, una reja, una fuente) y otras veces servía para hacer una pieza única.
¿Sabéis cuál fue la más complicada? Pues la escultura del Justicia que está en el monumento de la Plaza de Aragón, diseñado por Félix Navarro (el arquitecto que hizo el Mercado Central, o la Escuela de Artes de la plaza de los Sitios, p.ej.). Ahí está el hombre apuntando con el dedo desde hace más de 100 años, y aunque os hayáis fijado en él montones de veces a lo mejor no se os ha ocurrido que pesa… ¡¡¡CASI 3.000 KILOS!!! ¿Y sabéis de dónde salieron? Pues de once cañones que donó el Ministerio de Artillería. ¿Os imagináis lo que suponía fundirla en una sola pieza?
Antonio Averly aceptó el reto y se ofreció a hacerla. La cosa tenía su complicación, y tuvo que contratar personal especializado y dedicar casi ocho meses, que se dice pronto. Eso sí, se quedó satisfecho de verdad, convencido de que era lo mejor que había salido de su empresa y de que la escultura había quedado “como ninguna“. Y tan contento estaba que abrió las puertas de su taller y por allí pasó media Zaragoza, claro. “Ay, Mariano, si sólo le falta hablar. ¿Te has fijao qué porte, qué señorío, qué todo?” “Chica, Pilar, ¿te podrás quejar tú de lo que tienes tú en casa? Ya me dirás qué tiene el señor Justicia que no tenga yo“. Lo dicho, media Zaragoza vio la escultura de cerca antes de que se colocara en su pedestal.
Os dejo una fotografía de la inauguración del monumento, el 22 de octubre de 1904, en la actual plaza de Aragón. La idea inicial había sido instalarlo en la Plaza de la Constitución (actual Plaza de España), pero finalmente ganaron la partida los que querían instalar allí el monumento a los mártires de la religión y la patria. Fue una pelea más entre los sectores más conservadores de la ciudad y los más liberales, que a lo largo del siglo XIX habían convertido al Justicia Juan de Lanuza en un mito, que se saldó con el triunfo de los primeros y con el disgusto de Félix Navarro.
La cosa fue un éxito total, y después de aquello Averly fundiría obras de otros muchos escultores. Os adelanto dos ejemplos: el león del Batallador y las obras de Ramón Acín, ya en los años 30. Está claro que Averly es una parte muy importante de la historia de Zaragoza, pero en este momento está en peligro y puede desaparecer. Una constructora ha comprado los terrenos y planea levantar en ellos 200 pisos, con lo que un lugar absolutamente único, una joya del patrimonio zaragozano, está en riesgo (entra aquí para saber más). Sólo se salvaría la casa de la familia y la puerta que da hacia el paseo María Agustín, que es la parte catalogada como Bien de Interés Cultural, pero las naves de la fábrica, en las que se ha detenido el tiempo, desaparecerían para siempre.
Estamos absolutamente en contra de que esto ocurra. Podemos comprender que la familia necesite vender; podemos entender que la situación sea la que es, con los presupuestos de las administraciones públicas bajo mínimos; pero lo que de ninguna manera podríamos entender es que el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón asistieran de brazos cruzados a lo que, sin ninguna duda, sería la pérdida más importante en el patrimonio de nuestra ciudad desde hace décadas (probablemente desde que se hundió la capilla de la antigua Universidad de la plaza de la Magdalena). Por eso creemos que es necesario que los ciudadanos presionemos a las instituciones para entre todos salvar Averly. ¿Qué podemos hacer? Pues de momento, demostrar que somos muchos los que estamos en contra de esta barbaridad:
En los años 70 la ciudad de Zaragoza se movilizó para salvar el Mercado central, y lo logró. Ahora nos toca emular a los zaragozanos de hace casi 40 años para salvar Averly. No podemos permitir que nuestro patrimonio siga desapareciendo y dejándonos huérfanos de nuestra historia.
Calle San Agustín 27-29, 50002 Zaragoza
Teléfono 976 20 73 63
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